domingo, 21 de noviembre de 2010

Breve introducción




“Cuando entré allí, no había nadie. No fui a oír la misa, sino a contemplar el enorme edificio de a esa hora. Fui hasta el pie de una columna gótica, en el rincón más oscuro. No puedo describirte la grandiosidad, la magnificiencia de esos enormes arcos. Estaba todo silencioso. De vez en cuando se oían los pasos de un sacristán que encendía lámparas detrás del presbiterio, y entonces salía de mi letargo... Nunca me había sentido tan solo.”

Frédéric Chopin, carta a su amigo Jan.
Viena, 1830


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Déjalo ya!!
No sigas mirando tu reflejo
en todas las esquinas de la botella,
perdiéndote por laberintos repletos
de sombras y máscaras
que te hacen perder el sentido.
Despierta!!
No consientas andar al son
de la pereza y los antros
que te consumen lentamente
al amparo de falsas evasiones.
Crea, creador!!
Desentierra los sentidos,
desempolva las musas suplicantes
que gritan bajo miles de litros de alcohol,
bajo nubes negras y azules
y capas de hastío inconfesable...
...Estás?


---- O ----



No sé quien eres,
pero sé que algún día llegarás.
Yo estaré aquí esperándote
para aferrarme a tu mano,
exhausto de tanto andar
sin llenar mi vacío.
Después,
tras los correspondientes brindis,
reabrirás mi corazón ajado
desde siglos atrás
para llenarlo de puro sentimiento,
y jugaremos a mirarnos
entre sonrisas y sábanas.
Entenderé, entenderás,
reposaré mi cabeza en tu pecho
y sentiré tu tacto protector;
volaré y volarás
hacia bosques, árboles
y mares de emoción
que sabrán de ese amor inmortal
tantas veces soñado...