jueves, 23 de junio de 2011

London




London.
Suma de ciudades,
universos en verde pound,
locos de Tottenham,
trajines de Camden,
yankis del Soho,
buses nocturnos,
fríos polares,
trozos de lluvia,
palabras de aliento,
empiezo a andar...





The next station is
la falta de sonidos y colores,
la carencia de sonrisas,
el reino de lo lejano
invadiendo las almas una a una,
el crujir de las pisadas
de unos tacones erectos
comprados en Oxford Street
dirigiéndose a la City.
The next station is
ese silencio gris
que envuelve los trajes,
el alcohol envenenado
sentado a la barra de un bar
vociferando trastornados
los sueños por cumplir
de los peregrinos de la noche.
The next station is
el saber pero callar,
el pagar pero aguantar
sin conocer la respuesta
de unas vidas a merced
del viento del capital.





A fuego lento y sin costuras
voy caminando por Camden
llevado por una multitud en volandas;
cansado, a golpe seco,
sin dinero y esperando
la ruta natural de lo vivido,
el sueño inglés en las alturas,
la muerte de la sombra de mis sombras
a manos de un kitchen porter cualquiera.




Ando en el intento
de hacerme amigo de un lugar
con sabores inauditos,
donde las polacas son siniestras
y los gentlemen se ocultan
por callejas y clubes
de baja alcurnia y alto escarnio,
donde todas las almas en gloria
alojadas en pisos de pena
pasamos el frío verano
que es menos cuantos más seamos,
el lugar donde las chinas son putas,
los españoles parecen italianos,
los italianos rebosan en grupos
y los lugareños andan en rezo
a Santa Discreción
por encima de todo,
hacer amistad en cada punto
donde encontrarme en los colores,
los lenguajes, la forma de mirar
de cada individuo apresado
por su propio destino,
de paso,
non stop,
pero unido a este paraíso de ladrillo
del que me voy sintiendo parte,
en parte,
aparte....