Obra de Rigel Sauri
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¡La
bohème, la bohème!
¡Nunca
detengamos este rodar nuestro
de
vino, palabra y color!
El
sol se sienta con gozo
a
tomar café,
encontramos
a la luna
sonriendo
entre las sábanas
al
despertar,
vivimos
embriagados
de
licor de pensamiento,
de
delirios de arte
y
figuras del ayer...
¡Bohème!
No
dejes de enseñar
a
estos locos (re)cuerdos
de
bajas miras y altas pasiones
cómo
evadir este teatro
que
funciona es disfunción
a
base de destruir
las
más hermosas quimeras.
¡Bohème,
que
quede claro!
La
verdad está de este lado,
las
vendas ya cayeron
y
no pienso perderme
un
sólo brindis
si
no es para enfundarme
el
último traje...
*****
Calla,
deja
de rumiar.
¿No
escuchas el vacío?
¿Esta
sinfonía de silencios prietos?
¿El
heat of the night de los insomnes?
Imagina
esas parejas en camas de neón,
las
estampas televisivas con crápulas de sofá,
luces
azules peleando contra las ventanas
y
todas las postales alevosas
a
las que un hombre y su almohada
se
abandonan cuando el sueño dice adiós.
*****
Tú,
apretada
contra mí,
parecías
tan feliz
en
la placidez de tus sueños,
lejos
del mundo
que
tanto discutimos hace rato,
con
mis brazos encerrándote
bajo
luz menguante...
Yo,
junto
a tu cuerpo crecido
en
mi nebulosa de calor,
aspiraba
los pentagramas del aire
paladeando
tus manos
con
la misma intensidad
con
la que el lápiz de Morfeo
dibujaba
en nuestra piel
a
dos tangueros.
*****
¿Tieneh
un sigarro?
¿Tieneh
un sigarro?
¿Tieneh
un sigarro?
El
antilirismo diario,
tortura
en los oídos del viandante
en
esta Sevilla de intramuros;
la
guerra por el tabaco
es
la más encarnecida
de
todas las guerras,
sacamos
los tanques por inhalar
caladas
de humo azul
como
piezas de un limbo
fugaz
y mezquino
que
nos hace adictos
a
sufrir placer.