Obra de Pavel Kuczynski
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Rogaron
silencio,
pues
se rodaba un capítulo
de
escritores exiliados
saboreando
desamor
con
sonido de Camel;
como
utópicos del arte
en
pleito con las mujeres,
dejaban
volar las sentencias
al
doblar Regent Street;
entre
mucho delirio
y
poca humedad,
los
estigmas de la noche
rodaban
escena abajo
sin
abrigo femenino.
Y
no había más horizonte
para
el aventurero
que
el despertarse en gris
y
ganarse el rojo trasnochado
a
última hora de la tarde,
a
esa hora
donde
no cabía más éxito
que
la compañía del calor
en
forma de amante.
*****
Insomnio
abre
ventanas
al universo,
todo
espesura e inquietud
viajando
a los oídos;
incluso
los negros dragones
tiemblan
dentro
cuando
ven que traes contigo
a
las musas desorientadas
del
amor,
cuando
perciben la manera en que enredas
la
madeja de la noche
con
el color de esa mirada
tan
difícil,
pero
tan difícil
de
olvidar...
Insomnio,
sobrio
y extremado
ajusta
cuentas con la resaca,
quema
las naves del sentido,
discute
con la almohada,
sangra
lágrimas,
me
trae de nuevo
el
sabor amargo
de
nuestra despedida.
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