Ilustración de "El libro del voyeur"/ Pablo Gallo
El amor es la vida llena,
igual que una copa de vino.
R. Tagore
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Fondo
de tormenta monzónica,
el
fin de una charla inconsistente,
vino,
silencios,
disparo
de latidos.
Ella
da el primer paso,
se
desnuda de intenciones
mirando
como un animal;
la
mano de él tiembla de pasión
todavía
posada en el volante;
ella
clava su cuerpo en el capó,
el
verbo poseer ya ha bajado del auto
y
merodea con lentitud la escena
como
presto al tribalismo...
Cielo
de tormenta monzónica,
su
boca anhela dejarse beber
pero
él aún apura la botella
distraído;
deja
eso y ven aquí susurra ella
sin
alzar la voz,
cae
una cascada a nube abierta
que
eriza las pieles
mientras
sus manos atacan
un
blanco en altorrelieve
sobre
la diana del pecado.
La
mano de él envuelve lentamente
(la
mía siempre es más ansiosa...)
el
pecho de ella a punto
de
estallar bajo la blusa,
se
aferra a los charcos
como
si fuera la última vez;
el
ritmo de la lengua se acelera
(el
mío siempre es más paciente...)
al
notar cómo las piernas de ella
ya
rodean y someten una vez
liberadas
y desnudas...
Cadencias
ritmos
de aire
…
más
cadencias
más
aire
...
tacto
locura
eternidad...
La
mano de él se abriga
en
volúmenes ajenos,
ella
le ofrece
un
corazón desabrochado
bajo
el aguacero;
y
no queda más tras lo salvaje
que
humedad y calma,
ropa
ahogada en el barro,
erótica
de un paisaje
frondoso
en amor
…
del
mío
los
árboles
se
fugaron.
"Ella le ofrece
ResponderEliminarun corazón desabrochado
bajo el aguacero"
Pero, al final...
¿Se fugaron ella y él?
¿O acaso se fugaron
los árboles,
el paisaje,
el amor,
el tuyo y el mío?
¡Me ha encantado!
muy guapa también
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