miércoles, 9 de noviembre de 2011

Árabe


No me tachéis de inconsecuente porque mi corazón
haya sido apresado por una voz que canta;
hay que estar serio unas veces y otras dejarse emocionar:
como la madera, de la que sale lo mismo
el arco del guerrero que el laúd del cantor.
   
Ibrahim Ben Utman.
(Siglo XII)
 
 
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Árabe,
como nuestra memoria.
Árabe,
Rioja joven
para mentes cansadas
de tanto pensar
bajo el techo lunar granadino,
para pequeñas almas
necesitadas de abrazarse;
arropados por mantas
y mantras,
soñamos con amores propios
siendo extraños
de otros tiempos y pasajes
ebrios de locura,
manteniendo la esperanza
de volver a la vida
sin vacíos ni duelos
que te dejen bajo mínimos,
de hallar la pasión
de un cuento árabe
en éste que es ahora
el descuento del mundo.



Esta mañana me disfrazo
de andalusí errante
y paseo por los cafetines
de regusto zirí
y techos musicales.
Cielo nuboso,
bebo el agua que baja de las serranías
sin acueducto.
Laberinto de calles,
extraño silencio se percibe
aun con sonidos,
luce el frío y no el Sol
por el entramado
de esquinas superpuestas
y los arrabales.
Camino monte arriba
como un viejo sultán
borracho de belleza y vino
abandonado por los harenes
en busca de una mora
lejana en el horizonte,
difusa en el corazón.
 
 
 
A orillas del Darro 
contemplo el torrente de hielo
bajando por el pedregal
llevándose tu pena de amor.
¡Oh bella dama sin rumbo,
no temas nada de estas noches!
Moriscos andarán pronto
a tu vera cortejándote
ante la posibilidad de recoger
el enorme tesoro
que aquél despreció.



Vuelves a mí
y la voz se torna aguda,
mis pasos avanzan inseguros
y sombras empiezan a burlar
mis medidas de seguridad.
Regresas sin aviso
para acompañarme invisible
al olor de las teteras,
y me obligas a admitir
que aún sigues
dentro de mis recuerdos,
de mis dudas,
con tus gafas de Lennon,
a mi lado
por estas callejuelas milenarias...

 
Tome aquí su foto”
debería haber escrito
alguno de estos jóvenes artesanos
del cuero
con habla criolla;
lo típico es utópico en este lugar
de cipreses como picos
de ave enojada.
Charlas de perro y Sol,
¿de qué si no?
Chicas morenas vestidas de esmeralda
seducen al viandante
tras retales que brillan...
Y entretanto pienso
que casi me quedo,
que en esta ocasión
ha faltado muy poco
para pedirles por favor
que me recuerden
cómo se construyen
los sueños.


 
Regreso a San Nicolás
sin aliento,
devorando nazaríes
y rojas almenas
mientras recuerdo aquella tarde
de besos sin ganas
y horas por cumplir,
pasos adelante y atrás
de aquella danza ridícula
con música de rock and gol
a la que nos prestamos.



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