miércoles, 2 de noviembre de 2011

Eros



A la memoria de Rodin.



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Cuando de improviso
tengas un momento en blanco
en tu cotidianeidad,
únete a Eros,
déjate ir,
sal volando.
Desde donde estés,
imagina el modo en que me paseo
por tus senos,
recrea mis latidos con los tuyos,
la fuerza con la que te sujetas
a mis sábanas...
Pide,
grita,
enciende el fuego de mis manos
y llévalas hacia donde tú quieras,
saluda a la almohada de mi parte
mientras imaginas cómo me entretengo
devorándolo todo...
Siente mi aliento subiendo
las cumbres húmedas de tu belleza,
siente cómo aquello que deseas
completa tu vacío corporal
y lucha, muerde, tensa
las contracciones de tus piernas
hasta notar como te sube
la gran espiral...
Y ahora...
¡Chas!
Vuelve y respira,
déjate descansar,
que vuelva tu quehacer
hasta el próximo encuentro
con mi poesía.


Mi olfato como esclavo
al son del manantial
que,
cual cascada de Noviembre,
cae sobre mis labios
como fruto del pecado.


 
Lenguar con calma,
lenguando a trocitos,
lenguar lenguando,
ése es mi sino contigo,
Lenguar todo ese olor impregnado
en tus poros,
los atributos de perfección
abiertos como flor soleada...
Lenguando llega tu sangre
a abalanzarse sobre el miembro
como quien espera la muerte.
Lenguando bebe tu lengua
las gotas del brebaje
caído en el colchón.
Lenguando te haces dueña
de la lengua de este amor
indescifrable y derretido.


Cuando duermes,
poco tiempo después,
tan de cerca a mis latidos,
todas las borrascas del globo
se esconden avergonzadas
de tener tanta belleza
ante sus ojos.

 
No se ofenda usted,
pero creo que no me equivoco
cuando pienso en su cuerpo
como una de las maravillas del mundo
(que la Unesco me perdone)


Ahora me he vuelto caprichoso
como siempre,
y soy yo el que quiero
como nunca
tumbarte sobre el lecho
y romper tu camisa,
observar todos esos botones saltando
de alegría,
que vuelvas a cerrar los ojos,
pero sin necesitar abstraerte
en esta ocasión:
sólo para disfrutar
del placer
en bandeja
en exclusiva
para ti.

 
Estar contigo
me convierte
en bello insecto
atado de patas
y manos
a tu tela sexual.


¡Insinúate!
Modula tu sonrisa
hasta incitar mi lujuria,
empieza a hacer demasiada calor
en este estudio de pinturas calientes
ávidas de templarse,
lugar espontáneo en el cual proyectar
la profanación de tu cuerpo.
¡Control!
Si acaricio tu pelo
estarás perdida,
ya sabes,
el viejo error deseado...
Pensemos,
hablemos,
se nos da mejor
a falta de pruebas
y otras cosas.


Besos,
y callada
comienzas a respirar.
Deslizo mis manos
hacia abajo,
saludo de cortinas
con algo de luz y cierta brisa
que aplauden mi empeño
en bajar esa oscura prenda
por tus muslos
cada vez más nerviosos,
conocedores de lo que llega.
Te vuelvo a besar,
la ley del silencio mata la escena,
respiración intensa,
mi pecho se abre,
tu voz en grito quieto,
el morbo en cuarto creciente...
Y tus labios traidores
se cierran dejando
el rojo más vivo de tu pelo,
la libido en el aire,
el desencanto...


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